lunes, septiembre 25, 2006

Ser alguien cuesta un poco


Otra vez soy una mala comunicadora, han pasado más de tres semanas desde mi último post. Ya no soy una escritora confiable, decepciono a mi leal público, o no tan leal pero por lo menos aburrido.

Después del fin de semana “largo” en NYC volvimos a Ithaca. En NYC ese fin de semana había llovido a cántaros. Según los gringos eso era el efecto en la costa este que tenía el huracán que estaba pasando por el caribe. Efectos o no, yo llegue resfriada a Ithaca (no se preocupen, ni con fiebre ni con tercianas, solamente con la desagradable sensación de estar resfriada, mocos incluidos).

Media enferma y todo, continué con los planes de adecuarse a la vida de los gringos. Algunas de ellas implican, entre otras cosas, almorzar a las 12 (que no me cuesta), comer a las 7 (que tampoco me cuesta), saludar de la mano o incluso solo diciendo “hola” (eso me cuesta un poco más) y ser consumista (eso no me cuesta nada, creo que lo era incluso antes de venir a los Estados Juntos).

Otra de las cosas que uno tiene que hacer para vivir acá es tener carné de manejar, no porque sea necesario para manejar, el carné chileno sirve (creo), sino para tener una identificación. No piensen que soy cuática, que necesito ser identificada, que ser una N.N. me molesta, o que simplemente es bacán tener el carné del estado de Nueva York. No, no es por eso, es por los múltiples beneficios que tiene. Entre los beneficios está el hecho de que puedes comprar cerveza en el supermercado. No es que seamos alcohólicos, pero cuando uno tiene invitados y les quiere dar cervezas y vas al supermercado y compras por ejemplo unas Coronas, llegas a la caja e independiente de cuán viejo te veas te piden identificación. Incluso si no eres tú el que está comprándolas y sólo estas acompañando al que está comprándolas y éste tiene una identificación válida que dice que es mayor de 21 años, te la piden igual. Sí sé que el pasaporte sirve de identificación, pero seamos objetivos ¡no voy a andar con el pasaporte para todos lados! ¡Shlepen para acá, shlepen para allá! Ni tonta.

En fin, para obtener esta licencia, por lo menos en este estado, uno tiene que dar una prueba, hacer un curso y dar una prueba práctica. Enferma y todo y después de haberme leído las instrucciones del tránsito (que te dicen incluso qué hacer si un conductor enrabiado te persigue, ¡imagínense el largo del manual!) partí a hacer la prueba a la dirección de vehículos motorizados. Sé lo que se están imaginando, una oficina con mucha tecnología donde te hacen pruebas de tiempo de reacción, vista, oido, etc. Bueno yo me imaginaría lo mismo si no fuera por el Dani que me había contado lo ordinaria que era la oficina.

Después de llenar un formulario (obvio, es lo típico que hay que hacer cuando uno quiere hacer cualquier cosa en los Estados Juntos) y hacer la cola, comienza el examen. Primero te piden pruebas de identificación, obviamente, te están dando una identificación, necesitan pruebas de que tú eres de verdad quien dices que eres. Cada cosa que lleves tiene un puntaje, el pasaporte, 2 puntos, la tarjeta de crédito, 1 punto, el formulario de ingreso, 3 puntos, etc. Tienes que juntar 6 puntos para que te crean que eres quien dices ser. En fin, yo los tenía. Soy quien digo ser, creo.

En el mostrador la señora te hace el examen visual, nada de máquinas que te muestran colores, profundidades, etc. Un vil cartel por encima de su hombro que te hace leer. Por suerte la ventanilla que a mi me tocó tenía el cartel más cerca, y pude leer las letras, así que ahora puedo manejar sin lentes, por lo menos por las rutas del estado de Nueva York. Después te hacen una prueba que tiene 20 preguntas, bastante fáciles, supongo que porque manejo hace 7 años ya. Y estás listo. No, no tienes tu licencia de conducir, tienes un “Learner Permit” que te permite manejar con un “Legal Guardian” a tu lado… Obviamente tiene que ser cuático. ¡Por lo menos te sirve para comprar cerveza!

Lo peor de todo, es que después de esto uno tiene que hacer un curso de 5 horas. En el curso no te enseñan a manejar, te enseñan los peligros de manejar. Sí, así es, un sábado a las 9 de la mañana me hallaba yo sentada en una sala llena de niñitos de 16 años con un profesor cuyo objetivo era asustar a los niñitos de que manejar es peligroso y que deben tener cuidado. Sí, 5 horas de esta tortura. Videos del año uno donde te enseñaban que usar el cinturón de seguridad era indispensable y que tomar alcohol es malo porque disminuye tus capacidades de reacción (jajaja, parece que algo aprendí) entre otras cosas. Igual fue divertido ver los looks de los protagonistas, pantalones azulinos apretados con chaquetas amarillas y pelo champón (peor que el mío) además de zapatillas y calcetines blancos, ¡notable! De lo más kitch. Lamentablemente los videos duraban 30 minutos en total, las otras 4:30 hrs me las tuve que pasar escuchando a un señor demasiado aburrido.

Ahora ya tengo mi identificación, aún me falta hacer el examen práctico, cuya velocidad máxima es 20 millas por hora (algo así como 32 km por hora), supongo que para que los examinadores no tengan accidentes con los niñitos de 16 años que tratan de sacar sus licencias. En fin, todo sea por poder comprar cerveza en el supermercado… ¿No será mucho?

¡Mucha suerte Bob, ya queda menos!

viernes, septiembre 08, 2006

It's up to you, New York, New York...


Sí, sé que no he escrito en harto tiempo, y que algunos ya se hicieron adictos al blog y lo necesitan actualizado más veces por semana. Como me dijo un muy buen amigo, después de las sequías literarias vienen las grandes obras, o al menos en mi caso un post interesante.

El fin de semana pasado era largo, el lunes era “Labor Day”, algo así como el primero de mayo en Chilito. Yo estaba de vacaciones (permanentes), el Dani no (los padres de los niños undergraduate de Cornell creen que pagan mucha plata para que los cabros anden vagando en días festivos, así que tienen clases en todos los feriados menos Thanksgiving (que es más celebrado que navidad (¡Oh! ¡Un paréntesis dentro de otro paréntesis dentro de otro paréntesis! ¡Se volvió recursivo! Mejor vuelvo a la historia, así no se enredan mis lectores o yo)), y año nuevo en este país). Aprovechamos el no-feriado y fuimos a NYC a pasear, ya conocíamos la ciudad así que esta vez fuimos más relajados a pasear y mirar la ciudad.

Manhattan es increíble, la gente que vive, los edificios, la cultura, la música, el arte, los ricos, los pobres, los latinos, los europeos, los gringos, todo. Es un mix de culturas, un mar de diversidad. No sé si me gustaría asentarme ahí para vivir persécula seculórum, quizás por lo caro que sale vivir ahí, pero sí sé que me gusta pasear por las calles, mirar a la gente y disfrutar la locura que se vive.

Es raro que en una ciudad puedan sobrevivir tantas cosas juntas. En el ámbito de los negocios por ejemplo, cerca del 90% de las transacciones financieras del mundo pasan por esta ciudad, particularmente en una zona que no debe tener más de 20 cuadras de ancho y 20 cuadras de largo (¿y 20 cuadras de alto?). Éso sólo en el ámbito financiero, para qué latearlos con el resto de los negocios. Culturalmente hablando, NYC es increíble, con 3 museos (entre los tantos que hay) por los que vale la pena ir a Manhattan sólo para verlos. Una cartelera de teatro envidiable para cualquier ciudad del mundo, espectáculos deportivos, música, películas, etc. Lo mejor de la comida está ahí también, a los más altos precios también, pero hay infinita diversidad de restaurantes, con todo tipo de especialidades del mundo. Bueno, Ithaca tiene una tasa de restaurantes per-cápita superior a Manhattan, pero creo que dada la población no vale. En fin, es imposible expresarlo en toda su magnitud sin vivirlo, una experiencia muy interesante.

Supongo que todas estas cosas juntas hacen que NYC sea un destino popular no sólo entre los turistas, que impiden caminar por Times Square, si no también para los gringos que emigran de ciudad en ciudad. Una evidencia de esto es el rentable negocio del cual aprendí su existencia gracias a mi primo gringo, que se acaba de mudar a NYC, en una conversación con su polola mientras tomábamos café en uno de los cientos de Starbucks que hay. La conversación sería algo así:

Ella: “… Y cuando van a ponerle la pared al departamento” Refiriéndose al departamento de 60 metros cuadrados que mi primo va a compartir con un amigo.
Él: “Esta semana, el miércoles llega mi compañero”.
Ella: “¿Y por cuánto tiempo la vas a poner, vas a tomar un arriendo de 1 año o de 2?” (textual, en inglés: “And will you get a 1-year or a 2-year wall?”).
Él: “Yo creo que uno de 1 año”.
Ella: “Mi arriendo creo que venció este año, debería llamar para que me den mis cuatrocientos dólares de depósito de vuelta”.
Yo: “¿Tu depósito de la pared?”.

Y ahí fue cuando conocí un negocio único para una ciudad como NYC. Existen un par de empresas que hacen leasing de paredes, así es, de paredes, uno los llama, van un día a tu departamento (que generalmente compartes con más miembros que la cantidad de habitaciones), te instalan una pared que no rompe el departamento (incluso puede tener una ventana), te cobran unos mil dólares a pagar en cómodas cuotas mensuales (dependiendo del largo y complejidad de la pared) y te la arriendan por el tiempo que quieras. Una vez que tú te cambias de departamento, la vienen a buscar y te devuelven un depósito. Igual loco ¿no? Aparte de pagar agua, luz, calefacción, internet, cable y arriendo, hay que pagar por la pared que te colocaron. Todo para vivir en la isla en la que nada crece pero todo se puede comprar.


Supongo que habrá otra idea para hacerse millonario dando vueltas por ahí en esa ciudad. ¿Alguna idea? A lo mejor nos hacemos ricos y nos vamos a vivir a un penthouse al lado del Central Park… Bueno, soñar no cuesta nada…