Spanglich
Han pasado casi ocho meses desde que nos vinimos y encuentro que es momento de que les cuente como ha sido mi experiencia al lidiar día a día con un idioma diferente a mi lengua materna. Ha sido difícil, pero interesante a la vez, es curiosa la manera en que funciona el cerebro en este tipo de cosas.
Todos los días me levanto temprano para ir al trabajo. Mientras me arreglo para salir empiezo a pensar en las cosas que tengo pendientes para hacer en la oficina, en mi cabeza todo transcurre en inglés. Luego nos sentamos a tomar desayuno con el Dani, la conversación es en español por supuesto, excepto cuando trato de contarle algo de la oficina y no me acuerdo como se dicen ciertos términos técnicos en español… Llevo sólo ocho meses, ¡¿qué va a ser de mí en un par de años más?!
Sigue el día y me subo al auto, prendo la radio y empiezo a escuchar el pronóstico del tiempo, mi cabeza hace el switch al inglés, llego a la oficina, saludo a la gente, les pregunto de sus vidas y llego a mi cubículo, prendo el computador y reviso el email de la oficina (todo esto con el switch cambiado al inglés). Luego, y para mantenerme conectada con mis queridos en Chilito, prendo MSN, me meto a EMOL, leo LUN, leo la Tercera, y ahí es cuando queda el desastre. Sí, tal como lo escuchan. Mientras leo el desastre que quedó con el Transantiago, o las últimas noticias de la farándula (ahora con el switch en español) mis colegas de los otros cubículos me empiezan a preguntar cosas, en inglés, y ahí es cuando mi pobre cerebrito hace corto circuito, inglés-español, español-inglés, Gaby-español-inglés-Gaby, ¡ahhh! Terrible.
Según el Dani, mi cerebro corre Windows en español, pero el Office en inglés. Uds. saben el desastre que eso provoca en un computador, ahora imagínenselo a nivel de una persona: conflicto de diccionarios, ortografía, vocabulario, etc.
Según leí en un artículo en el diario (en español), cuando una persona sabe más de un idioma, el cerebro tiene dos tipos de neuronas, unas que hablan en español (en mi caso Juanita, que está enojadísima conmigo porque no puede funcionar en la oficina sin su diccionario) y las otras que hablan en el otro idioma (en mi caso Joanna, que también está enojada conmigo porque la puse en un trabajo para el cual no calificaba).
El segundo tipo de neuronas se entrena, el problema en mi caso es que el entrenamiento llegó cuando las neuronas estaban acostumbradas a vagar por mi cerebro, carreteando, viendo tele, tomando sol, disfrutando de la vida… El entrenamiento les ha caído un tanto duro, así que me disculpan si es que hablo alguna cabeza de pescado en este Blog (ooops, too late).
Uno sabe inglés del colegio, de la universidad, de la televisión que ve en inglés, etc. La profe del colegio (en mi caso Miss Annie, más loca que una cabra) le habla a uno con un acento simple, claro y lento. La cosa por acá no es tan fácil. Aparte de la dificultad del acento y el vocabulario, está la dificultad de que los gringos dan por sentado que tú sabes inglés. Así que tú te ves obligado a hacer tu mejor esfuerzo, escuchar y tratar de cachar lo más posible. En mi caso, en la pega, la cosa ha ido mejorando y ya entiendo todo… Suena un poco idiota, pero ha sido difícil entrar al mundo laboral y aprender todito en inglés, es como una doble tarea. Lo peor de todo es que los dos tipos de neuronas cuando funcionan juntas tienen conflicto de intereses y disminuyen su capacidad logrando que diga palabras en español cuando hablo en inglés o que le responda al Dani en inglés. Mi pobre cerebro esta medio cocinado.
Al parecer, terminaré mi estadía en los Estados Juntos a lo más revista Cosmopolitan de Miami, diciéndoles “¿óyeme mi boy, cómo te trata la life a tí?” Aterrador, I know, pero… What can you do?