Carmela, Carmela, Llévame a la Ciudad
Vivir en el campo tiene su encanto. No sé si todos saben pero Ithaca es una ciudad que queda en el centro del estado de Nueva York, en una zona bien rural. Sí, el mismo estado donde está Manhattan, pero a como 5 horas de distancia hacia el noroeste.
Vivir en Ithaca es como vivir en Pucón, hay mucho verde, un lago y lo único que le falta es el volcán. Otra gran diferencia es el clima. Ithaca queda a la misma latitud que Puerto Montt (pero latitud norte), y debido a las corrientes marítimas que vienen desde el Ártico el invierno acá es mucho peor. Peor implica que en Enero pueden hacer 25 grados bajo cero, un poco más frío ¿no?
Lo rico de vivir en una ciudad pequeña es que hay verde por donde veas. Cuando te subes a la micro camino a la universidad pasas por cascadas y calles llenas de árboles. En la parte del downtown hay menos árboles, pero es el centro de la ciudad así, que está justificado. Por ejemplo, la calle donde vivimos se llama “Pleasant Grove”, algo así como “arboleda placentera”. Igual eso un indicio ¿cierto?
No todo es color de rosa, eso sí. Y para los que conocen mis fobias, vivir aquí es una muy buena terapia. Es un verdadero desafío vivir en una casa donde cada hora ves una criatura de 6 ú 8 patas, negra, y que camina bastante rápido (excepto los escarabajos que son lentos y bonitos pero bien aterradores). Cuando está el Dani conmigo es fácil. No, no los matamos, tenemos una cajita especial para atraparlos y devolverlos a la naturaleza. Pero ahora que no esta el Dani todo el día en la casa, tengo que enfrentar estos eventos yo solita. La verdad no es nada fácil. Opto por ignorarlos y cuando ya están muy cerca de mí trato de agarrarlos en la caja, no siempre con éxito
Acá hay unos bichos que en Chilito no hay y de los cuales no conozco sus cualidades. Por ejemplo hay unos bichos que el Dani llama “chick-a-chick”, no sabemos su nombre verdadero, pero la niña que vivía antes en el departamento los llamaba de una manera parecida a ésa, así que así se llaman para nosotros. Son inofensivos, pero caminan bien rápido. Yo no los conocía y cuando a lo lejos lo divisé pensé que eran un arácnido. El Dani me acaba de contar que tienen como 28 patas, ¡brrrrrrrrrr! Así que el pobre Dani en pijama partió a sacarlo de la casa. El resultado: después de 15 minutos persiguiéndolo por la pieza, y de unos cuantos gritos míos, el chick-a-chick se fue por la ventana para abajo. Bueno por lo menos estoy ahorrando en esa terapia sicológica.
Como lo describió el Dani, vivimos en un zoológico, excepto que nosotros somos los animales enjaulados. En la noche, y como hace calor, tenemos las ventanas abiertas y dado que tenemos mosquiteros y la luz está prendida, tenemos a unos cuantos cientos de bichos voladores en nuestra ventana embelesados por la luz interior. Así que nos convertimos en los enjaulados y ellos son los que nos vienen a ver. Por lo menos tenemos compañía de los mini bichos que caben por la rejilla en la comida. Y el sonido, no les explico, hay que subir el volumen de la tele en la noche porque los bichos de afuera pían (no se como se dice como hacen los bichos) como locos.
Aunque no toda la fauna es mala, ayer cuando me desperté miré por la ventana y dos venados estaban a menos de 20 metros de la ventana. Acá hay un video de tan notable evento. En mi opinión, Bambi en la ventana compensa a los insectos que tratan de entrar. ¿O no?