viernes, agosto 11, 2006

¿Google o no Google?


El domingo siguiente partimos a NYC de nuevo a tomarnos el avión para la luna de miel (habíamos llegado el miércoles a los Estados Juntos). El avión salía a las 6:00 AM y por ello debíamos estar en el aeropuerto tipo 3:30 AM, así es que decidimos irnos en la tarde, tipo 8:30 PM para llegar directo al aeropuerto y esperar un par de horas por ahí sentados. Comenzamos el camino sin ningún problema, nos llevamos buena música y cocaví. Para qué gastar de más en alguna bomba de bencina de mala muerte, nuevamente la economía del hogar primó. Y todo iba sin novedades….

Cerca de las 12:00 y con menos bencina que la que quisiéramos, decidimos salir en una de las tantas “gas exits” que hay en la carretera para echarle bencina al Tortu. Después de varios minutos alejándonos de la carretera principal en un camino que era negro como una boca de lobo, llegamos a una bomba de bencina que quedaba en la mitad de la nada, donde literalmente no había nadie, a echarle bencina al auto (creo que la próxima investigación será respecto a la demografía de este país. ¡¿Cómo se mantiene la gente que vive en la mitad de la nada?!).

Acá vale la pena decir que en este país uno solito se tiene que echar bencina en el auto. No hay nadie para ayudarte y menos a esa hora de la noche. No crean que somos tan huasos como para no poder hacerlo nosotros solos, de hecho en Santiago también existen estos dispensadores de bencina automáticos. La diferencia es que acá no hay un socio en una caseta que te pasa la redcompra por el terminal Transbank, tú solito metes tu tarjeta de crédito y te autocobras… Tal cual.

Con algo de sueño y un tanto cansados por el viaje Santiago – NYC – Ithaca – Orden - NYC, tratamos con el primer dispensador de bencina. No funcionó la primera vez, tratamos otra vez y no funcionó la segunda vez. Así que nos cambiamos de dispensador y tratamos en un segundo dispensador y tampoco funcionó. Pensamos que era la tarjeta así que para que no la bloquearan nos fuimos a otra bomba de bencina que quedaba hacia el otro lado de la carretera principal.

Al llegar a la otra bomba de bencina, tampoco había nadie y también había que echarse bencina uno solito, así que el Dani se bajo del auto a echarle bencina, y tun tun tun... ¡¡¡Se nos había quedado la tapa de la bencina arriba del auto cuando estábamos en la otra bomba!!! Cómo tan pasteles, habíamos dejado la tapa de la bencina arriba del Tortu y en el tránsito de una bencinera a la otra se nos cayó…. Obviamente en esta bencinera tampoco pudimos echarle bencina.

Como lección aprendimos que aunque uno se echa bencina solito y te cobras solito, necesitas que haya alguien responsable de la bomba de bencina. Si vienen para acá y necesitan echar bencina en la noche, en las bencineras donde no hay nadie, aunque sean de autoservicio, no van a funcionar. O por lo menos a nosotros no nos funcionan, mejor búsquense una con alguien a quien alegarle si no te funciona el dispensador.

Así que cerca de las 12:30 de la noche partimos de vuelta a buscar la tapa a la otra bencinera, obviamente no la encontramos… ¿Cómo podríamos haberlo hecho? Oscuro, en un lugar enorme y claramente de mal humor por el mal rato vivido no la encontramos. Miramos en el manual del automóvil y decía que no era cien por ciento necesaria (solo evitaba que explotara el auto si es que chocábamos)… Así que no sé si por el sueño o por la desesperación de llegar luego al aeropuerto, aperramos y continuamos nuestro viaje (con la correspondiente llenada de estanque en una bomba de bencina en la que atendía un señor de la India).


Lo que pasó a continuación claramente se debe al estado anímico en el que andábamos. Nuevamente con nuestras hojitas de maps.google.com en la mano (ídolos Larry Page y Sergey Brin) continuamos la parte final, y más difícil, del viaje. La llegada al aeropuerto.

Uds. se preguntarán porqué esta era la parte más difícil, el aeropuerto es grande, se ve a la distancia y seguro hay cientos de miles de letreros que lo indican. Sin embargo ahí nace la disyuntiva, le hago caso al maravilloso Google o sigo los carteles (como siguiendo al camino amarillo) que dicen “Newark Airport”. Con el Dani siempre tenemos la duda, y como buenos seres humanos que caemos más de tres veces en el mismo hoyo, le hacemos caso al cartel y no a Google. Para hacer el cuento corto, terminamos a la 1:00 de la mañana en la ciudad de Newark siguiendo como podíamos a una carretera a la cual no podíamos entrar simplemente porque no había ninguna entrada en las10 millas que la seguimos por la calle lateral. Terminamos pagando como 1,5 usd en peaje y preguntándole al señor que cobraba (que era bastante amable) dónde estábamos y cómo llegábamos al aeropuerto. ¡Menos mal que era un cobrador humano! Todavía estaríamos dando vueltas si es que hubiera sido uno de esos cobradores automáticos.

Todo esto por salir en la salida 13a en vez de la 13c…. ¿GPS para la otra?

No hay comentarios.: